Los árboles de la vida forman parte de las representaciones distintivas de la alfarería popular mexicana, pasada de generación en generación.
Son esculturas policromadas y esmaltadas, utilizándose en sus inicios pintura de anilina y dando paso en la actualidad al acrílico.
En la República Mexicana son basicamente tres poblaciones las que producen este tipo de artesanía: Izúcar de Matamoros, Acatlan en Puebla y Mepetec.
Antiguamente, era tradición que a los recién casados se les obsequiase con un árbol de la vida, como símbolo de fertilidad y abundancia en las cosechas.
Para poder ser considerado como tal, la pieza debe tener las efigies de Adán y Eva así como la serpiente del pecado, de no poseerlos, será un candelero policromado. También incorporan elementos de la cosmología azteca, flores, animales, personas...
En su primera época, el tamaño era menor, pero debido a su popularidad y aceptación, la demanda ha hecho que su tamaño aumente y decoren embajadas, hoteles, espacios públicos.
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